Nietzsche, ya por entonces loco, visto por Rudolf Steiner en Naumburg: «Su entidad anímico-espiritual estaba ya propiamente fuera de él, ya sólo se adhería al cuerpo como si estuviera retenida por un grueso cordón.» «Se tenía la maravillosa impresión de que el verdadero Nietzsche estaba suspendido en realidad de su cabeza.» Lo vio como reencarnación cercana a un fraile franciscano que practicara intensos ejercicios de mortificación. Según Steiner, en la vida terrena de Nietzsche, aquella alma mortificada rechazaba sumergirse en la corporeidad y en la materia. Zarathustra, como fruto de la lucha mortal entre el asceta menor y el filólogo de Naumburg.
De: G. Ceronetti, El silencio del Cuerpo, Acantilado, Barcelona, 2006.
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