Traduzco un breve texto de Jean Allouch, escrito en respuesta a una solicitud expresa en septiembre de 2010. En él, el autor de Letra por letra da su versión de lo que es "ser lacaniano".
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Jean Allouch |
¿Qué es, para usted, ser lacaniano hoy?, me pregunta. Pero no, ¡no lo soy! "Lacaniano" no es para nada una característica de mi ser. Ser que, por otra parte, no tolera ninguna determinación de este orden. Tampoco elegí a Jacques Lacan como alguien de quien yo esperara obtener una ética, que me dijera cómo vivir, desear, amar, morir. A pesar de algunos esfuerzos que él pudo hacer en ese sentido, no hice de él mi maestro espiritual. Mi analista, sí.
Por lo tanto hubo, hay más... Porque sí, estoy activo en el seno de una escuela lacaniana (170 miembros a este día), la primera en quererse tal y la única, todavía hoy, en saber y decir por qué. Una escuela (no un grupo, una asociación, un círculo, etc.) no tiene proyecto, política, si no es a partir del reconocimiento de que cierto saber (y sus consecuencias sobre el ejercicio analítico) no recibió el asentimiento de la comunidad a la cual, en primer lugar, estaba destinado. Nos ocupamos entonces de eso, de que ese saber conquiste la aceptación de los espíritus, incluso que oriente las prácticas. Puede resumirse en tres términos: real, simbólico, imaginario. Revisitar el conjunto de los problemas analíticos a partir de esta ternaridad, de eso precisamente se ocupó Lacan. Era desplazar a Freud, donde domina el conflicto un pensamiento "en dos", no "en tres". Era también poner en acto el hecho de que Freud y Lacan no se mezclan más que el agua y el aceite.
Una segunda apuesta prescribe la escuela: la llamada "didáctica". Desde que uno admite que el psicoanalista es una tumba, que no sabría en modo alguno hablar de un análisis a quien fuere salvo interviniendo salvajemente en la transferencia (eso, incluso si dicho análisis está pretendidamente terminado y bajo el pretexto falaz de una sabia comunicación, médica, de hecho, cuando eso no está a la mano), sólo puede ocurrir al analizante levantar acta de su análisis en tanto didáctico. Entonces acoger y, llegado el caso, confirmar ese testimonio sólo es posible en el seno de una escuela. Decirle por qué y cuáles condiciones se requieren, eso no se puede en unas cuantas palabras.
Ser lacaniano hoy es no descuidar o no maltratar el pasaje de analizante a analista; es instaurar una relación crítica con la enseñanza de Jacques Lacan tal que ninguno de sus planteamientos sea recibido como si fuera de suyo porque viene de él; es, en fin, así lo manifiestan las dos primeras características, no ser lacaniano sino hallar un punto de exterioridad respecto al camino abierto por Lacan, tal que ese camino sea recibido como el menos impropio para acoger eso que aún no puede sino llamarse locura.
Traducción: Gabriel Meraz-Arriola
El texto original en francés aquí
2 comentarios:
Estimado Gabriel: En el texto de Jean Allouch en castellano y en el texto francés aparece un verbo "prescribir" conjugado como "prescribe", inció del 3er.párrafo.
Se trata de un incorporal, unos de esos elementos con los que Lacan desplegaba y desplazaba su ternario (real-simbólico-imaginario).
Si se escribió "prescribe" eso prescribe en acto, prescribe tal o cual cosa, no se sabe qué prescribe.
Prescibe ¿"el no ser lacaniano? Prescribe ¿el "ser lacaniano"? Prescribe que una escuela, la elp, prescribe ¿"la didáctica"? ¿...?
Solo tomo ese incorporal al pie de la letra: apareció el verbo prescribir y su conjugación "prescribe".
Un saludo cordial
Gabriel, agradezco la traducción. Abona enormemente.
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