Ritual de sacrificio azteca. Códice Mendoza, creado por escribas indígenas, 1541-1542
El objeto de la jornada es estudiar, acaso por primera vez, las incidencias del paso de
Jacques Lacan por México. En El objeto del psicoanálisis, el 23 de marzo de 1966,
Lacan habló de su primer viaje por Estados Unidos y luego por este país.
Si cada sesión de sus seminarios es importante, ésta lo es particularmente para
quienes practiquen el psicoanálisis en México.
Por otro lado, en esa ocasión Lacan trató cuestiones fundamentales: ¿el psicoanálisis
es una hermenéutica? Lacan responde tajantemente que no, y da las razones de ello;
en esa discusión lo que está en juego es el estatuto de la interpretación psicoanalítica,
nada menos. En esa reunión también planteó otra gran cuestión: ¿cuál es el
estructuralismo de Lacan? Él mismo hizo la pregunta y, en acto, la respondió
estudiando la relación entre deseo y demanda con el objeto topológico llamado toro.
Al criticar el libro de Paul Ricoeur Freud una interpretación de la cultura, la
interpretación de los sueños queda en el centro de la lección; por eso no es ninguna
casualidad que se ocupe del mural de Diego Rivera Sueño de una tarde dominical en
la Alameda Central. Con él, Lacan explica una de las tres modalidades de pasado que
distinguió ese día: el pasado perfecto. Ese pasado se distingue de aquel de la
repetición, bien conocido por los psicoanalistas; pero también se diferencia de un
pasado muy particular y específico de México, según Lacan: un pasado del que
quedan signos con los cuales algo está roto para siempre, pero que siguen ahí,
traduciendo de manera visible una relación conservada con el objeto a, sensible en los
cultos antiguos, los sacrificios aztecas, ante los cuales los conquistadores y
misioneros sólo pudieron ver horror e idolatría. ¿Los vemos hoy desde otro lugar?
Puede ser que la religión antigua de los aztecas no exista más, pero Lacan afirma que
hay un lazo invisible que pasa a través de la rotura irremediable entre generaciones de
mexicanos. Sostiene que se detecta en las representaciones de los dioses mexicas,
que están por todos lados. La relación preservada con las representaciones de esos
dioses, implica que, en tanto signos, produzcan una degradación del significante que
se manifiesta como vergüenza. Si Lacan habla de la vergüenza de estar vivo, por
nuestra parte podemos añadir una vergüenza específica respecto de los rasgos de
mexicanidad. Esa vergüenza se presenta a menudo en las asociaciones libres de los
analizantes.
Por todo lo anterior, tratar la cuestión de “Lacan en México” no puede separarse de
cierto momento de su seminario, hacia el final de El reverso del psicoanálisis, donde
hace un auténtico elogio de la vergüenza por su relación con el real. Incluso sostiene
que la vergüenza es el reverso del psicoanálisis y que él no realiza ninguna ontología,
sino una hontologie (honte=vergüenza).
De ahí que la vergüenza sea un excelente punto de partida cuando se trata de la
subjetivación que consigue efectuar un psicoanálisis concluido.
Participantes:
Helena Maldonado
Gabriel Meraz
Miguel Gasteasoro
Manuel Hernández
Lugar: Alianza Francesa de San Ángel
Fecha: Domingo 13 de febrero de 2011
Hora: De 9:30 a.m. a 14 horas
Costo: $500 Estudiantes $300. El costo de recuperación será destinado a las
actividades de e-diciones de la École lacanienne de psychanalyse.
Olá Gabriel, esse post me estimula a retornar ao 'O objeto da Psicanálise', relativo a esse trecho. Voces, analistas mexicanos, constatam uma vergonha especificamente ligada a traços de mexicanidade? Gostaria de ter acesso às considerações que voces fizeram a esse respeito.
ResponderEliminarAbraços,
m.augusta